Nos
enseñan a hablar, a callar y hasta reír…mas nunca nos enseñan al corazón
controlar…eso es algo que solo la experiencia sabe hacer, a golpe de lágrimas y
desengaños y de tatuajes de tinta sobre un engorroso papel…
Tus
ojos y tu voz fueron imán para mí, tu desenfreno y tu sonrisa hicieron el resto;
a la orilla del mar cada noche escapábamos, nos gustaba mirar las estrellas,
sentir la arena fría sobre los pies sin parar de besarnos…
Conducíamos
lejos, siempre buscando la orilla del mar…y en él nos adentrábamos; junto al
mar hacíamos el amor, con la luna como reclamo…y ninguna excusa para dejar de
besarnos…y si tenías frío la rebeca no era lo suficientemente cálida como para dejar
de buscar mis brazos…
El
tiempo se empeñó en separarnos y en difuminar con el dedo tan hermosos trazos
perfilados a carboncillo… Cuando cumplí los veinte tenía un doctorado en la “danza
de la vida”, un carnet en el bolsillo y un cajón lleno de cartas sin respuestas…La
distancia y el miedo fueron de la mano…tú y yo, hicimos el resto…
Sin
sonrisas de felicidad ni miradas hacia atrás, sin abrigo, ni agua ni pan…
aquella noche fuimos a la orilla del mar y allí nos bañamos e hicimos el amor...
Los
dos mentimos, yo hice como si la distancia no me importara y ella de promesas
(que sonaban a despedida) se jactaba…los dos mentimos, ella sabía que no
volvería y yo que otra vez en mis brazos no la tendría…
Las
cosas que soñamos, nuestra casa junto al mar, la chimenea…nuestros hijos… se
han desvanecido en el aire… las cosas que nos parecían importantes ya no están…
Ahora
los otoños han pasado, tengo un viejo coche azul y reivindico por mis Derechos
en tiempos de desilusión e incertidumbre…y últimamente, sin trabajo… Ahora, más
que nunca, las pequeñas cosas cobran todo el sentido…
Pero
no dejo de acordarme cuando nos escapábamos en la vieja moto roja, con tu pelo
encrespado al aire y tu sonrosada piel acariciada por la brisa… Cada noche nos
íbamos hacia nuestro rinconcito secreto, nos abrazábamos con fuerza mientras
temblabas entre mis manos…a la orilla del mar…
Éstos
recuerdos hoy han vuelto para incordiarme y me siguen a cada paso que doy… ¿Fue
todo un hermoso sueño que no supo luchar por hacerse realidad? ¿O, acaso el
miedo que, a pesar de los años, no logré esquivar? … No lo sé, pero ésta noche
mis recuerdos me atrapan, y aunque sé que todo suena a distancia y olvido, hoy,
mis recuerdos me llevan a la orilla del mar…
Jesús.