Unos calcetines hechos
unos ovillos en un rincón, una toalla húmeda sobre una silla y un sucio
pantalón… En la calle, los niños gritan, los perros ladran y los gorriones
revolotean disputándose miguitas de pan… Una taza de café sobre la bandeja, un
anorak y un jersey colgados en la percha y, lejos desde la ventana se divisa la
acera llena de hojas secas… Una pastilla de jabón gastada, un periódico
arrugado sobre la mesa, unas camisas por planchar y en la encimera una pila de
vasos de cristal…
La vida se empeña en
seguir igual, a ella nada le importa, ella no entiende de sueños, recuerdos,
lágrimas, olvido o soledad… solo se empeña en terminar el día para volverlo a
empezar…
Las niñas preguntan y
yo sonrío mientras les canto una nana para que duerman… Las niñas saben que
miento y que detrás de mi sonrisa hay lamento… La chica me agarra mi dedo gordo
y lo aprieta con fuerza junto a su pecho, y la mayor, de mis brazos no se
suelta…
El teléfono se empeña
en agradar…todos preguntan y solo algunos pretenden de verdad ayudar… Todo
sigue igual…los días en silencio pasan mientras a las mañanas nunca les falta
su luz… Son silencios de fuego, de recuerdos que asfixian y anhelos que se
pierden en el hastío… Sábanas vacías que no dejan de recordarme que en mi vida…
me faltas tú…
Jesús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario