A veces los sueños se
pierden entre las sábanas… igual que algunos besos… A veces las lágrimas
concilian el sueño sobre la almohada… igual que los más ocultos deseos…
Puedo llenarte de
estrellas la habitación y hacer que la luna se asome cada noche a tu ventana…
Puedo traerte el mar… escondido en una caracola… y de caricias cubrirte hasta
que nos encuentre abrazados la aurora más hermosa…
Sabes, tengo una
escalerita que se abre y sube alto, muy alto… muchas noches la abro, y la subo…
peldaño a peldaño… Sé que estás arriba… en el lugar donde nadan mis sueños…
pero cada vez que alcanzo a verte… sin saber cómo ni porqué de mí te desvaneces…
y desde muy alto, de forma brusca, me caigo…
A veces cerquita… muy
cerquita… a veces distante, muy distante… Te sueño de día… te sueño de noche…
mas cuando osas mirarme… desapareces… y no me dejas ni tan siquiera tu piel
acariciarte…
Puedo vestirte de besos
cada mañana y de caricias esculpirte cada anochecer… puedo respirarte, oler… y
ver lo que tú ves… pero, ¡maldita sea!, no puedo de mis sueños bajarte y entre
mis brazos estrecharte… y, aún hoy, sigo sin saber si soy yo el que está
perdido… o eres tú, mi niña, la que no me dejas encontrarte…
Jesús.
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