Soñando soñé que me
subía a mi cascarón… a mi cascarón de nuez; navegando por la mar, surcando
tempestades y oleaje, desde lejos y a tenor de la bruma tierra yo divisé…
Era una islita de
tierra árida, seca, llena de tarros de cristal y recortes de papel; de muñecos
de peluches y chupetes de bebé… Encontré un calcetín roto y un cuadro que nunca
supo cuál era el derecho y cuál el revés; una guitarra sin cuerdas que nunca
supo que detrás del Do viene el Re… una botella de vino con tapón de corcho,
posters, pegatinas y fotos reveladas a contraluz del ayer… Había también
huellas de pisadas; algunas caminaban en círculos y otras solo hacia atrás…pero
siempre de ambos pies… En la distancia, allá en el horizonte, un arcoíris
descolorido y en el suelo un pantalón roído y hecho jirones… una canción en
aquél nubarrón gris al que llaman olvido, unos guantes sin algunos dedos y una
corona con espinas que no de plata de ley…
Lejos en la mar se otea
una barquita azul… es de madera y huele a pétalos de azahar, rosas, canela y
miel… Se acerca ufana hacia la orilla pero el oleaje, indomable, la vuelve para
atrás… Intento agarrar el cabo y tirar…pero la mar me la vuelve a quitar…me
esfuerzo y lo vuelvo a intentar, pero ahora son las olas las que me envuelven
entre espuma y sal… Intento sacar la cabeza y respirar, y es entonces cuando
mis ojos alcanzan a ver en la orilla a mi cascarón de nuez de un lado reposar…
Con profunda tristeza y pesar dejo partir a la barquita mientras a la deriva
empieza a naufragar… Me acurruco en mi cascarón igual que el fruto en su
interior es arropado por la nuez. Me asomo ligeramente y con timidez oso
contemplar el escenario, ya no tan desconocido, que por todos lados me rodea…
Una islita de símbolos, iconos e imágenes que se asocian a recuerdos,
emociones, sentimientos y pasajes… Miro, en un arrebato, hacia atrás y ya,
lejos, muy lejos veo a la barquita desdibujarse en la línea que con trazo firme
dibujan el cielo y el mar…
Me despierto
súbitamente entre sudor, taquicardia y malestar… Del sueño que soñaba de forma
brusca desperté… Mucho he pensado en estos días de lo que entre sábanas soñé, a
cerca de la isla, la barquita y mi cascarón de nuez… Y aunque aún me asalten
dudas creo tener algunas respuestas aunque aún me falten cientos de porqués…
La islita es ese lugar
a media luz al que todos llegamos a temer, afanándonos en negar y enterrar en
lo más hondo para de todos ocultar… porque ha ese lugar siempre va todo lo que
no nos gusta, nos hace daño, tememos o no somos capaces de nombrar…
La barquita es la brisa
de aire fresco, la puerta que se abre o la ventana que mira al mar… pero que
por el afán de querer siempre pisar “tierra firme” no nos atrevemos a embarcar…
porque tememos, no tanto, a lo que creemos que tenemos, sino a lo que
determinada línea “marcada” pueda traspasar…
El cascarón de nuez es
ese hilo invisible, que sin nosotros saber, nos une y entrelaza a los otros
hilos, que sin elegir, nos preceden… Hilos que sin propia voluntad, las mas de
las veces, como un títere nos mueven…volviendo a repetir en el tiempo lo que,
nos guste o no, nos antecede…y, paradojas de la “historia” son hilos que a su
vez nos protegen y donde únicamente, creemos, nos sentimos seguros… Hilos que
simbolizan las relaciones y en especial los vínculos… Por eso, el fruto de la
nuez se “camufla” hermético con un caparazón o coraza, a toda vista, insensible
y en apariencia, en extremo duro…
Y soñando soñé que la
isla tenía por nombre “miedo” y la barquita “esperanza”… Y en el sueño, también
supe que el “ego” presume de ser buen marinero y hace tiempo que aprendió a
navegar…en un cascarón de nuez…
Jesús.
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