Ella es dueña de mis secretos, secretos que nadie más sabe… Ella es en sí
misma eterna en mi alma, romanticismo en la palabra, estela a la deriva, ¡tan
hermosa en su silencio!... Cadencia en el labio, vanidad sin agravio de quién
en su esplendor la contempla y se enamora… Ella me abriga y me cobija; y de mi
alma siempre es morada. Ella es la cuna de la poesía y de mis noches a solas;
de la emoción y del mar la brisa, un sueño de ternura y caricias… mi faro y mi
luz… y mi “camino” en las madrugadas…
Jesús.
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