Hoy luce el sol con ganas… y todo se me hace azul desde mi
ventana… En el recuerdo, sin saber porqué, aromas de mi infancia…esa que bajó
las persianas para no volver y tan solo quedarse a vivir en la memoria eterna
que todos en un rinconcito de nuestra alma guardamos…y nunca, nunca olvidamos…
¡Eran tan hermosos esos días de verano! Esos que duraban años en
vez de horas; donde todo lo gris estaba ausente…donde todo era presente… Días
de vida, en donde trepar a un árbol era una simple osadía de un grupo de niños
al atardecer o al mediodía. En donde el universo entero se podía “amasar” a la
orilla del mar… Lo mismo construíamos puentes, fosas que castillos con la arena
mojada…y si se caían con un golpe de mar, daba igual, teníamos la eternidad
para volver a empezar, para volver a soñar…
Tardecitas de verano bañadas de sol e ingenuidad…por las mañanitas
rocío y al mediodía familias que se empecinaban en hacer del almuerzo una
“reunión familiar”…
El reloj late solo en la cocina… y quiere que venga presurosa la
noche… así se entretiene en contar los segundos mientras en el exterior suenan
ecos de sonrisas y derroche…
Veíamos la vida pasar a lomos de una bicicleta, jugábamos al
escondite o a una de indios…y vaqueros, qué más da… ¡que ingenuidad!
No había lascivia, ni “enfermizos” deseos… solo pudor… que el sexo
era solo silencio que a veces hablaba entre las piernas…
¡Qué hermosos esos días en que jugábamos a contar estrellas, a
revelarle secretos a la luna, a escuchar en el silencio las baladas de grillos,
a sentir bajo los pies la arena fría mientras el mar, entre susurros, a la cara
nos traía la brisa envuelta en sueños y aroma de sal!
Nochecitas de verano, con aroma de fruta fresca; nochecitas de
relente con aroma de brea, nunca la mar se sentía sola… que siempre tenías a
los niños cerquita y a tu vera…
Qué hermosos eran aquellos días…días de verano, en que el tiempo
aún no sabía nada sobre el tiempo, en que los días eran eternos… porque antaño,
por si no lo sabéis, las vacaciones duraban mil años…
Jesús.
Que familiar me resulta! es una grata sorpresa que tus palabras me retrotraigan a la niñez. Gracias
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