jueves, 13 de septiembre de 2012

Adiós...


A veces tiene uno la sensación de que está viviendo la vida en un continuo “Adiós”; me explico: toda relación, por hermosa que ésta sea, parece que alberga en su interior una despedida latente… un adiós…

Nos enseñan a dar las buenas noches, a mover las manos en las despedidas a compás y al mismo son, a dar abrazos ante la partida, la pérdida o el dolor, a llorar en silencio… solos, y algunos hasta en un rincón… y hasta dedicar un discurso, plegaria u oración…

Hay quién encuentra “refugio” en las drogas o el alcohol por no afrontar el miedo que supone la “pérdida”, el duelo o el dolor…

Ese parece ser el rumbo, encuentros y despedidas…  tic-tac, tic-tac… sin pausa, como el compás de un reloj… saber decir “Hola”… saber decir “Adiós”…

Pero pensando, pensando… a veces, al menos así lo creo yo, nos olvidamos de algo aún más importante… nos olvidamos de el momento, de ese “momento” que es a su vez, todos los “momentos”…


Jesús. 

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