Releyendo aquí y allá, veo que captura mi atención una
investigación sobre los gustos eróticos de gente famosa… No dejaba de
sorprenderme ya de la definición que hacía Esthendal sobre el coito cuando leo
por ejemplo, que Tolstoi soñaba con que su mujer leyera sus propios diarios
íntimos (los de él); Marilyn Monroe deseaba hacer el amor sobre la mesa de una
cocina con Frank Sinatra. Modigliani anhelaba poseer a sus modelos; Anaís Nin
deseaba acostarse con su Psicoanalista; Cleopatra soñaba con practicar
felaciones a miles de hombres, entre ellos, cien romanos. Todo en una sola
noche. Scarlett Johansson desea copular en la parte de atrás de un coche…
Pienso que las fantasías son tan inherentes al ser humano que el
sexo pierde todo su “potencial” si carece de ellas… A veces, la fotografía, burda
o artística, en estos tiempos, qué más da, ayuda a la imaginación a “echar a
andar”… Así, fotografiarse en pose más o
menos insinuante o grabarse con el móvil durante el “acto” o durante una masturbación parecen ser el
relevo a la mera pornografía directa y “clarividente”… más que por lo que
muestran por el mero hecho del morbo por el morbo…
Y es que ciertamente el ser humano necesita de la “mente” para
poder disfrutar una sexualidad activa (otra cosa bien diferente, es cuando esa “mente”
está enferma… pero ese es otro tema…). Es más hermoso insinuar que mostrar,
seducir que “poseer”… El erotismo es un arte, y en verdad, la inmensa mayoría (hablo
de una sexualidad sana) nos excita más el sexo “a media luz” que en su absoluta
“claridad”… El deseo puede abrirse camino a través de un susurro, de una
caricia… de una mirada…
Las fantasías sexuales, en suma, distan mucho de ser solo eso
(meramente sexuales)… en donde el sexo, a menudo, queda relegado a adoptar el
título de tan solo adjetivo calificativo…
Jesús.
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