Cuando una mujer se enamora “reviste”
al objeto de su amor con todas las cualidades que desea, propias o imaginarias…
La mujer, siente la necesidad de
transformar a su compañer@ en un ser muy importante. Lo idealiza. Empieza a creer
que es un genio, diferente a los demás, especial... y, lo que es aún más importante… hasta consigue que también él/ella lo crea. Si
se trata de un varón lo cuidará “maternalmente”…
¿instinto? El hombre, pasa, sin saberlo,
a adoptar un doble papel: “hijo” y “amante”;
empieza a ser tratado como una figura “omnipotente”. Ella lo protegerá y
estimulará, también en el plano sexual, para mantener la llama “viva”…
Es un ciclo… se extiende por un tiempo más o menos
duradero… hasta que llega un momento, en
el que la mujer se cansa, se aburre… el “ideal” se apea de su paseo por las
nubes y pone los pies sobre tierra firme…
Entonces, solo entonces todo
empieza… surge el amor… o bien, “hace las maletas” y camina lejos, muy lejos…
Jesús.
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