Poco nos miramos ya…
Existen multitud de formas de mirar… de mirar al cielo, a los ojos
del otro, al mar y hasta al silencio. Contemplar el entorno, leer unos labios,
descubrir que en cada rostro se esconde un arcoíris de matices… de aprender que
tras una mirada se oculta, a veces, el no… y, a veces, el si…
Ya no nos miramos, no dedicamos tiempo a la contemplación… no
observamos… Hemos bajado la mirada al suelo, a media altura, a camino entre los
pies y la pantalla del móvil… y si nos “atrevemos” a mirar de frente es para
darnos de bruces con la pantalla del ordenador…
Hemos inventado un sistema iconográfico para “expresar” nuestras
emociones y estados de ánimo… olvidando que desde el inicio el universo entero
cabe en el rostro de un hombre, de una mujer… que el dolor, el llanto, la
alegría y la ilusión (por citar algunas…) se “leen” en los ojos sin apretar
ningún botón…
Tal vez, algún día, los hombres de hoy dejen de mirar hacia abajo,
de mirar a media altura… Tal vez, algún día, osen a subir los ojos y se atrevan
a descubrir el “universo” que hay detrás de ti… detrás de mí…
Jesús.
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